Se trata, en primera instancia, de una preocupación por documentar lo que está en peligro de desaparecer, como un medio para preservar y difundir —en un sentido crítico— la problemática que afecta no solo a la región del sureste, sino a muchas partes de México y el mundo. En un fragmento del documental el activista Gustavo Huchín viaja a Argentina para encontrarse con un joven gravemente afectado por el veneno de las fumigaciones aéreas, sumido en una lenta agonía. El panorama es desolador, pero también queda en evidencia la posibilidad de articularse globalmente “desde abajo” para buscar alternativas que no antepongan los intereses económicos a la dignidad de las personas y el medio ambiente.